Cómo gestionar el enojo

¿Qué es el enojo?

El enojo es una emoción básica y nos indica o nos señala que algo está sucediendo, nos está molestando o hiriendo. El enojo, al igual que la tristeza, son emociones que percibimos como negativas ya que normalmente van acompañadas de un sentimiento desagradable, y es por eso que en ocasiones los niños tienen dificultades para controlar el enojo. 


Cuatro tips para gestionar el enojo:

1. Aceptar el enojo como parte natural y necesaria de nuestra vida. Todas las emociones, incluida el enojo, cumple una función y sirven para algo. Nos ayuda a percibir injusticias, identificar las desventajas o daños. También ayuda a enfrentar situaciones difíciles. Es importante no dar mensajes que puedan hacer que los niños repriman la emoción; como por ejemplo “no te enfades” o “no puedes molestarte por esto”. Por lo contrario, podemos aceptar esta emoción y dar estrategias para controlarla y de esta manera van a comprenderla.

2. Acompañar a los niños cuando estan enfadados. Podemos explicarles que es normal sentir esta emoción y es natural que aparezca cuando hay algo que nos molesta. Lo que debemos tratar de hacer es limitar y controlar la acción que va después de sentir el enojo. Ser paciente, ayudarles y empatizar con los niños va hacer que se sientan comprendidos y eso va a permitir que podamos darles recursos para gestionar esta emoción de la mejor manera. 

3. Por otra parte, lo que proponemos es redirigir las acciones, tal y como hemos dicho antes; limitar o controlar la acción que va después de sentir el enojo. Es importante poder hablar con los niños sobre la emoción, cómo la sienten y por qué motivo, así son conscientes y reconocen lo que estan sintiendo y podemos ofrecerles alternativas para gestionarlo.

Redirigir acciones implica darles otras opciones para la gestión de la emoción. Decirles “no pueden golpear a la gente o a las cosas, lo que puedes hacer es golpear la almohada hasta que estés más tranquilo y sientas menos enojo”, “respira hondo” o proponerles hablar sobre lo que ha pasado y qué les ha molestado. Para los niños más mayores, una buena forma es poder escribir lo que siente y, en el caso de los más pequeños, dibujarlo. Eso ayuda a identificar y reconocer la emoción y facilita la búsqueda de estrategias. 

4. Enfriar la emoción. Implica poder tomarnos un tiempo para calmar la emoción. Se trata de que los niños dejan de hacer lo que están haciendo un momento y esperar para poder enfriar el enojo. Esto no significa dejar que los niños golpeen o hagan acciones que no están bien, sino enseñarles a parar como estrategias para calmar la emoción y tener más tiempo para pensar en cómo actuar.

5. Práctica de relajación con respiraciones. Este es un método para controlar y enfriar las emociones. Es importante encontrar un momento tranquilo y no intentar ponerlo en practica cuando los niños estén enfadados. La respiración debe ser lenta y pausada, inhalando por la nariz y exhalando por la boca. Esta técnica va bien para calmar la emoción por el efecto que produce en nuestro cuerpo. Al aprender a regular el cuerpo se va aprendiendo también a regular la emoción. Cuando se haya practicado varias veces, podemos hacer referencia a esta técnica cuando aparezca el enfado. 

LA IMPORTANCIA DE LA RUTINA. ¿QUÉ DEBEMOS TENER EN CUENTA?

La rutina ayuda a los niños a organizarse en el espacio y el tiempo. Cuando nacemos, no conocemos cómo está organizado el mundo y cómo funciona, tampoco conocemos cosas tan básicas cómo a qué hora nos levantamos, comemos. Los niños no conocen la organización y es por eso que los adultos tenemos que enseñarles a hacerlo y guiarlos. 

Algunos de los beneficios de la rutina a nivel emocional son: 

  1. Incentiva el desarrollo de hábitos saludables. Para establecer hábitos saludables es necesaria la disciplina y la constancia. La rutina fomenta la autonomía de los niños y en consecuencia le ayuda aprender a autorregularse emocionalmente, dado que han aprendido a seguir instrucciones y a seguir la rutina. 
  1. Genera estabilidad y seguridad emocional. Cuando un ambiente está estructurado y organizado, promueve seguridad y tranquilidad y los niños ven un ambiente conocido, predecible y constante, saben lo que tienen que hacer.  Por lo contrario, cuando hay cambios en la rutina o no somos constantes, los niños no saben qué esperar y eso puede generar confusión y malestar. 
  1. Ayuda a establecer límites. La rutina también va ayudar mucho a establecer límites que los niños van a estar acostumbrados a seguir las normas y respetar los límites. Cuando somos constantes, los niños deben adaptarse a seguir la norma o el límite que les indiquemos. 
  1. Va a permitir la generalización de la rutina en otros ambientes. Eso quiere decir que van a saber organizarse y seguir rutinas en otros contextos fuera de casa, por ejemplo en la escuela o en casa de amigos.

Recomendaciones para establecer una rutina: 

  • Establecer unos horarios para la alimentación, sueño e higiene, e intentar que sean constantes. A medida que los niños vayan creciendo, podemos ir introduciendo rutinas para el descanso, el juego y las tareas. 
  • Podemos empezar a establecer rutinas desde que los niños son muy pequeños. Si queremos introducir una nueva rutina, podemos incluir a los niños a que participen en cómo la puedan hacer, teniendo en cuenta siempre los límites que no queremos que se salten.
  • Es muy importante ser paciente y constante. Sobre todo al inicio de establecer rutinas van haber equivocaciones y altibajos, pero la constancia es clave y fomenta el compromiso del niño en seguir la rutina. 
  • Ser un ejemplo y ser coherentes. Como adultos debemos ser un ejemplo de lo que les estamos pidiendo que hagan. Seguir una rutina y que ellos observen cómo lo hacemos va hacer que entienda la importancia de ésta. 

    —> Text instagram: La importancia de la rutina y los hábitos saludables.
    La rutina ayuda a los niños a organizarse en el espacio y el tiempo. Los niños no conocen la organización y es por eso que los adultos tenemos que enseñarles a hacerlo y guiarlos. 
    En el post de hoy os explicamos qué beneficios tiene la rutina y unas recomendaciones para establecerla.
    Si quieres saber más, tendrás el post en el blog de nuestra web.

Normas y límites: 5 claves para establecer límites

Entendemos las normas como un conjunto de reglas que se aprueban de modo conjunto entre los miembros de una comunidad para un buen funcionamiento. Los límites son aquellas normas que no se pueden rebasar y que tienen una penalización a nivel de sociedad, es decir, tienen relación con el comportamiento en sociedad. 

No debemos perder de vista que para poner límites y normas se debe tener en cuenta el niño, es decir, su estado emocional, sus capacidades según la edad y la situación familiar.

Los límites son fundamentales para que los niños aprendan hasta dónde pueden llegar con las figuras de autoridad: padres, cuidadores, abuelos… Ellos desarrollan su personalidad e identidad mientras ensayan y comprueban estos límites. Las normas permiten que el niño crezca libremente, mientras desarrolla su autonomíacapacidades y habilidades sociales.

¿Por qué son útiles las normas y límites?

Establecer normas y límites es importante porque ayudan a manejar las situaciones de frustración y nos preparan para la convivencia. Además, dan seguridad en la etapa infantil y adolescente,  permiten desarrollarse libremente dentro del entorno, mejorando la autoestima, la empatía y en general las habilidades sociales.

Trucos para poner límites:

– Deben ser mensajes concretos y claros. Es importante poder explicar qué es lo que queremos cuando establecemos un límite; explicar qué conductas son esas que queremos que tenga (los pies fuera del sofá, hablar sin gritar, mantener la habitación ordenada…). Además, debemos asegurarnos de que se ha entendido, necesitamos un feedback por parte del niño y explicarles cuál será la consecuencia si eso de incumple. Aunque puede ser difícil, es esencial recordar las normas de forma tranquila cuando se están incumpliendo, ya que si nos alteramos es muy probable que ellos también se pongan nerviosos y actúen peor.

 Mejor en frases positivas. Procurar no juzgar a la persona (“eres malo”), sino juzgar el comportamiento o el acto (“te estás comportando mal”).

– No ceder. Es importante tener en cuenta que hay límites y normas que no se deben traspasar (no pegar, insultar, gritar,…). Mantener un firme “no” hará que el niño comprenda la rigidez de esa norma y entienda también la consecuencia de no cumplirla. Si se incumple debe aplicarse la consecuencia para que ésta norma funcione y el niño finalmente la interiorice.

– Dar alternativas. Aunque hemos visto que algunos límites no deben traspasar, hay otros que pueden negociarse o modificarse en función de las necesidades del niño, su desarrollo y madurez, sobre todo en el contexto familiar. La negociación debe basarse en la comunicación verbal para llegar a un acuerdo consensuado entre los miembros de la familia. En esta podemos proponer alternativas a lo que el niño pide, según lo flexibles que estemos dispuestos a ser. 

Sabemos que muchas veces el establecimiento de normas y límites son un foco de discusión y que puede ser difícil de gestionar, es por eso que en nuestro Centro Okidi nos ponemos a vuestra disposición para acompañaros y ayudaros en este proceso.

IMG_0324

¿Sabías que hay 4 tipos de apego que se construyen en la infancia?

En función del comportamiento de la madre y el padre en relación a su hijo, el pequeño puede desarrollar uno de los siguientes tipos de apego. Cada uno, condiciona que un adulto sea más o menos sano emocionalmente y que sepa, de forma adaptativa, gestionar sus emociones:

Apego seguro: El niño se siente seguro, valorado y aceptado. Sabe que su cuidador no le va a fallar. Como resultado, observamos niños seguros de sí mismos y que tienen relaciones saludables una vez ya son adultos. 

Apego ansioso y ambivalente:  El pequeño no se siente seguro y acostumbra a desconfiar de sus cuidadores. Observa su entorno con inquietud y desconfianza. Cuando es mayor acostumbra a obtener relaciones de dependencia con otros individuos. 

Apego evitativo: Siente y asume que sus cuidadores no van a estar para ayudarle. Se siente poco valorado y querido. Esto le hace sufrir y se acostumbra a estos sentimientos. En la edad adulta se transmite en relaciones problemáticas.

Apego desorganizado: El niño tiene conductas destructivas, su estado de ánimo es cambiante. Cuando es mayor manifiesta mucha frustración e ira, no se siente querido ni valorado en las relaciones

IMG_0323

¿Cómo ayudar a gestionar los enfados de los peques?

El enfado es una emoción básica que sentimos todos. Sin embargo, cuando se pierde el control, el enojo se vuelve destructivo. ¿Cómo ayudar a los más pequeños a llevar esta emoción? El enfado puede suponer para los niños problemas con la familia y los compañeros, y puede repercutir en el rendimiento escolar. Al igual que otras emociones, el enfado va acompañado de cambios fisiológicos; tanto la frecuencia cardíaca como la presión arterial pueden aumentar. El enojo puede deberse tanto a hechos internos como externos. Un niño, por ejemplo, puede enojarse porque siente que sus dibujos  no son tan buenos (interno), o bien porque un amigo lo ha empujado (externo). La manera natural de expresar el enojo consiste en responder de forma agresiva. Es la respuesta intuitiva ante la percepción de amenazas físicas o verbales. Sin embargo, responder agresivamente a cada situación de amenaza no es sano ni seguro . La violencia acarrea problemas sociales, dificultades con la familia y un daño físico o emocional. Por lo tanto, es importante enseñar a los pequeños, formas saludables de controlar su ira.

¿Qué pueden hacer los padres?

  • Ayudar  a desarrollar la empatía . Por ejemplo, le puedes preguntar a tu hijo: “¿Cómo piensas que se puede sentir Carla cuando le gritas y le quitas su juguete?” o “¿Cómo te sentirías tú si Pablo te hiciera lo mismo?”.
  • Enseñar que puede admitirse cualquier sentimiento pero no cualquier comportamiento. Es decir, uno puede sentirse frustrado, pero no por ello puede golpear, patear o agarrar a otro para expresar lo que siente.
  • El enfado puede ser una oportunidad para aprender. Cuando notes que tu hijo mantiene la calma ante una situación irritante, remárcalo y felicítalo. En cambio, si notas que no controla bien el enfado, acércate para ayudarle a resolver el problema. Pregúntale, por ejemplo, qué podría hacer la próxima vez que le suceda algo que suscite su enfado. Ayúdale a encontrar opciones como “avisar a un adulto” o “dar la espalda”, y luego aliéntalo a que la próxima vez reaccione eligiendo una de estas formas socialmente aceptadas.
  • Ayudar a desarrollar hábitos de control efectivo del estrés para evitar exabruptos de ira. Pídeles que piensen y participen regularmente en actividades positivas, como hacer ejercicio, leer, escuchar música, etc., que los mantengan alejados de aquello que los irrita.
  • Ayudar a realizar  inspiraciones profundas antes de reaccionar agresivamente cuando están enfadados.

portada

Claves para ser asertivo

La asertividad es un estilo de comunicación que consiste en expresar aquello que pensamos y sentimos pero teniendo en cuenta a la otra persona, respetando sus sentimientos y creencias. 

Para llegar a ser asertivos debemos tener en cuenta algunos aspectos en el momento de interactuar con otras personas. Hay que mantener una escucha activa, para entender y comprender a la persona que tenemos delante y poder conocer sus necesidades. Además no debemos imponer nuestro punto de vista, ya que lo único que se consigue es un rechazo por parte de los demás, por no respetar sus ideas; pero tampoco debemos complacer a los demás por querer agradar a todos. En definitiva hay que buscar un equilibrio entre el estilo agresivo y el pasivo para conseguir comunicar de una manera clara y honesta sin hacer daño a los demás. 

Cuando conseguimos ser asertivos obtenemos beneficios que nos ayudan a sentirnos mejor con nosotros mismos y con los demás. Al tener el control de nuestra propia vida nos sentimos aliviados, confiamos en nosotros mismos y nos sentimos con valentía para resolver cualquier problema que nos venga en la vida. En definitiva, hacer valer nuestras opiniones de manera asertiva nos ayuda en mejorar la salud mental, a tener una autoestima sana y a tener más confianza en nuestras capacidades. 

Pero ser asertivo no es tarea fácil, hay que conocer las herramientas y técnicas y se necesita práctica. Si cada día se practica poco a poco se nota la diferencia. A continuación, encontraréis algunas pautas que os ayudarán y un TIP para saber decir las cosas. 

PAUTAS
  • Momento adecuado: Se debe buscar el momento oportuno para decir aquello que pensamos y sentimos. Buscar el lugar y el tiempo adecuado. 
  • Mensaje claro: El mensaje debe ser claro y corto. Hay que tener claro el objetivo, aquello que queremos conseguir.
  • Atención al problema, no a la persona: No se debe atacar a la otra persona ni poner en juicio. Para ello debemos hablar desde el “yo”, no desde el “tu” (hablar en primera persona).  Además no debemos etiquetar, de esta manera no se sentirá juzgado. 
  • Mostrar comprensión: No quitar la razón a la otra persona. Hay que demostrar que se le ha escuchado y se entiende su punto de vista.
  • Admitir errores: Ser asertivo muchas veces significa admitir que nos hemos equivocado. Cuando se recibe una crítica, es importante reconocer nuestra parte de responsabilidad y así después poder dar las razones. 
  • Hablar de sentimientos y pensamientos: Poder comunicar como nos hemos sentidos sin llegar a ser víctimas ni esperar que el otro nos comprenda. Aquello que nosotros pensamos y sentimos no siempre es lo que piensa y siente el otro si estuviera en tu lugar. 
  • Buscar soluciones: Una vez se comunica aquello que queríamos decir, se debe intentar llegar a un acuerdo que a los dos os vaya bien y estéis satisfechos. 
TIP

1. Allanar el terreno

Empieza a comunicar diciendo algo positivo. Expresa que has escuchado a la otra persona y has entendido su parte. 

Ejemplo: Sabes que me lo paso muy bien contigo y se que te apetece mucho ir al teatro

2. Tirar la bomba

Comunica la crítica o tu inconformidad. Expresa tus pensamientos y sentimientos de manera clara y honesta. Describir y desarrollar todo aquello que queremos decir. 

Ejemplo: Pero, este fin de semana me apetece quedarme en casa tranquilo y solo, no me apetece demasiado salir porque voy cansado del trabajo

3. Apagar el fuego

Acaba con un mensaje o propuesta positiva. Expresa agradecimiento a la otra persona por escucharte e intentar buscar una solución conjunta. 

Ejemplo: Aunque me gusta hacer cosas contigo, así que si te parece buscamos otro fin de semana para ir. 

Recuerda practicar cada día y así llegar a ser una persona asertiva!

imagen portada

Estilos de comunicación

¿Alguna vez te has preguntado como te comunicas con los demás? ¿De que manera expresas tus sentimientos e ideas? 

La manera en como nos comunicamos en nuestro día a día es fundamental para las relaciones sociales y la relación con nosotros mismos. Depende de como nos comunicamos se determina la forma de expresar nuestras ideas, opiniones, sentimientos, emociones y expectativas, esto nos lleva a tener relaciones más o menos plenas. 

La comunicación es una habilidad que se puede entrenar y mejorar a lo largo de nuestra vida. A partir de la practica en habilidades sociales podemos  aprender como debemos comunicarnos para potenciar las relaciones. 

Existen 3 estilo de comunicación, tres formas de intercambiar la información con los demás. Estos estilos dependen de las actitudes y nuestras estrategias de habilidades sociales que utilicemos  a la hora de expresarnos. Es importante saber reconocerlos y gestionarlos para tener una buena calidad de las relaciones personales. Algunos de estos estilos facilitarán las relaciones y otros en cambio dificultarán la comunicación.

ESTILOS DE COMUNICACIÓN

Agresivo. Dragón

El dragón suelta fuego por la boca cuando habla. Impone sus sentimientos, sus ideas y sus opiniones. Se comunican amenazando, insultando y agrediendo. No respetan los derechos de los demás, se aprovechan del otro y pueden conseguir sus objetivos a expensas de los otros.

Se puede identificar a la persona porque al hablar tiene mirada fija, voz alta, habla fluida y rápida y hace gestos de amenaza.

Dicen frases como: “has de…”, “si no vigilas…”

Objetivo: ganar

Efectos: acostumbran a tener conflictos interpersonales, sienten frustración cuando no consiguen lo que quieren, hieren a los demás, pierden oportunidades por su estilo de comunicación y suelen estar solos porque nadie quiere estar con ellos

Pasivo. Tortuga

La tortuga se esconde en su caparazón cuando le decimos algo. No defienden sus intereses, no expresan ni sentimientos ni ideas ni opiniones. no respetan sus propios derechos, suelen aprovecharse de ellos, se sienten frustrados por no poder decir lo que piensan, son inhibidos y acostumbran a dejar que los demás escojan por ellos.

Cuando hablan lo hacen en voz baja, sin mirar a los ojos, con una postura hundida, aprietan las manos, suelen tener sonrisas falsas y la cabeza gacha.

Dicen frases como: “puede ser”, “supongo”, “no te molestes”, “te importaría si…»

Objetivo: evitar conflictos

Efectos: conflictos interpersonales, suelen ser pesonas depresivas, con una autoimagen pobre, suelen estar en soledad y pierden oportunidades por la tensión

Asertivo. Persona

Las personas nos comunicamos con las palabras, es importante usar bien las palabras y respetar nuestros propios derechos así como los de los demás. Este estilo de comunicación nos permite decir lo que nos molesta sin hacer daño a los demás.

Cuando hablan tienen contacto ocular directo, habla fluida, gestos firmes, manos sueltas, posturas firmes y un tono de voz normal.

Dicen frases como: “pienso”, “siento”, “quiero”, “qué piensas?”, “como podemos resolverlo”…

Objetivo: crear comunicación y respeto mutuo

Efectos: Resuelven los problemas, se sienten a gusto con los otros y consigo mismos. Suelen ser personas relajadas y crean oportunidades buenas para ellos y los demás. 

En la próxima entrada hablaré de como podemos ser asertivos y daré un tip para aprender a serlo.

habilidades-sociales-ninos-adolescentes

Yo y los demás. Yo, con los demás

En la vida cotidiana estamos continuamente interactuando con otras personas. Así creamos vínculos y lazos que nos ayudan a formar parte del grupo y de la sociedad. Actuamos y reaccionamos en relación a los otros, pero no de cualquier manera, sino según unas pautas de comportamiento que nos indican cómo actuar en las diferentes situaciones de nuestra vida. Su observación y la repetición en sociedad es lo que nos permite aprender-las e internalizarlas para que cuando se produzca una u otra situación, no estemos desprevenidos y sepamos cómo actuar de acuerdo a lo que la sociedad espera de nosotros.

Los niños y niñas con TEA tienen alterada la capacidad para comprender las reglas sociales, teniendo dificultades en entender a las personas; sus intenciones, sus estados emocionales, y su mundo mental. Esto hace que estos niños tengan una peculiar manera de relacionarse.

Estilos de interacción en los niños y niñas con TEA

Reservados

Son los niños y niñas que suelen estar en soledad. Tienden a rechazar activamente la relación que los demás les proponen. Suelen evitarla y normalmente son los que tienen más dificultades en la comunicación verbal y no verbal y alteraciones en la conducta.

Pasivos

Este estilo de interacción provoca en los niños y niñas que por sí solos no inician la interacción con los demás ni la siguen, pero si se los proponen responden a ella. Suelen ser dóciles en la relación, obedecen lo que otra persona les indica con órdenes sencillas y comprensibles. No obstante, su patrón de relación también está alterado y desviado del desarrollo común, presentando dificultades para hacer amigos, para entender la forma en que las personas se relacionan unas con otras … En definitiva, dificultades para una interacción social recíproca (emisor y receptor intercambian continuamente las funciones).

Activos pero extraños

Son los niños y niñas con TEA que no sólo responden a otras interacciones que se le ofrecen sino que también inician ellos mismos interacciones con otras personas, pero estas son extrañas, raras. No son las esperadas dentro de una relación natural. Por ejemplo, inician la interacción pero sólo con temas que son de su exclusivo interés, sin importarles el interés mostrado o no por los demás. También inician la interacción sin ser conscientes de la disposición de la otra persona, por ejemplo, sin comprender que la otra persona está ocupada hablando por teléfono o hablando directamente con otra persona.

Por lo tanto, las personas con TEA no es que no se relacionen con otras personas, que no quieran saber nada de ellas o incluso que las rechacen, sino que tienen dificultades en el proceso de interacción. Tienen alterada la capacidad para procesar la información sutil, compleja, pasajera y variada que caracteriza la información. Esto es así desde el inicio de la vida: el bebé procesa, sin haber tenido que aprender, de forma consciente, patrones de información sociales dados por su madre. Se caracterizan por ser sutiles, como una mirada, un tono de voz o una postura corporal de acercamiento complejos, se dan todos a la vez, pasajeros, cambian permanentemente a cada segundo y variados, no siempre que la madre se relaciona con su bebé lo hace de forma idéntica, son variadas.

Imágenes-de-Niños-Jugando-con-Juguetes-2

Juego de construcción

El juego de construcción aparece a partir del año de vida, cuando el niño tiene una noción de los que quiere hacer y cómo lo quiere hacer, desarrollan el concepto de intención, y va evolucionado a medida que crecemos. Al principio es un juego simple, con materiales que un niño de 12 meses pueda manipular, como puzzles de encajes sencillos o bloques grandes, poco a poco aumenta su complejidad, tanto en los materiales utilizados como a nivel cognitivo, como crear torres aumentado el número de pisos, construcciones en equilibrio o estructuras basadas en pilares.

Evolución del juego de construcción

Primera etapa. A los 12 meses

Los niños se dedican a manipular los objetos. Con los bloques o cubos juegan a meter uno dentro de otro, a apilarlos y después tirarlos. En esta etapa el objetivo es perfeccionar la acción, aprendiendo su tamaño, los colores y relacionarlos entre sí. 

Segunda etapa. Entre los 18 meses y los 3 años

El niño va adquiriendo destreza motora tanto en la motricidad fina como en la coordinación de mano-ojo. Empiezan a crear formas simbólicas, tanto horizontales como verticales, con los bloques como un tren, un avión o un puente. El juego es individual, las construcciones no se comparten con otros niños.

Tercera etapa. A partir de los 4 años

A medida que se hacen mayores, son capaces de utilizar materiales más complejos como puzzles de varias piezas o legos. El juego empieza a ser compartido entre los iguales y con los adultos. 

Cuarta etapa. A partir de los 6 años

El niño puede realizar puzzles más complejos como tridimensionales, crear montajes de escenarios o robots con piezas de encaje. 

Este tipo de juego ayuda a potenciar la creatividad e imaginación, facilita el juego compartido, ayuda a desarrollar la coordinación óculo-manual y la destreza motora, a aumentar la capacidad de atención y concentración, facilitar el razonamiento espacial y a desarrollar la capacidad de análisis y síntesis. 

Image of happy friends on the grass with balls looking at camera

Juego de reglas

“Los juegos con reglas  se inician  como los rituales que cada niño crea para sí mismo; situaciones o acciones infantiles que en determinados momentos de la vida diaria él construye e instituye”

El juego de reglas aparece hacia los 6 años de edad, en la etapa de operaciones concretas. En esta etapa el niño es capaz de organizar sus ideas y desarrollar un pensamiento lógico, racional y operativo, ya no necesita la manipulación física para entender el mundo. Empiezan a descubrir cosas que antes no podían entender y resuelven problemas a partir del lenguaje. Presentan argumentos con mayor inteligencia. Tienen un pensamiento más flexible que no está basado únicamente en la apariencia de los objetos. 

La regla lúdica aparece de manera implícita y regula el juego,  ésta aparece en el juego simbólico, donde el niño va creando historias y roles y con ellas las primeras reglas. Estas reglas son creadas y utilizadas por los mismos niños y les ayudan a tener una guía sobre lo que deben hacer antes de empezar a jugar, por ejemplo a papás y mamás. Más adelante y con la práctica, son capaces de realizar juegos de reglas como el escondite, el pilla pilla o el pajarito inglés. Los niños conocen las normas, saben como empieza y acaba el juego y que deben hacer. 

El cumplimiento de las reglas aparece con la idea que tiene el niño de que cada juego se juega de una determinada manera, por lo tanto, se debe jugar de la forma que ellos conocen. No permiten que se alteren las normas, porque eso sería ilegal en el juego. Con el paso del tiempo, los niños se dan cuenta que muchas veces se puede jugar de diferentes maneras a un mismo juego.

Gracias al juego de reglas el niño aprende a respetar las normas, a esperar turnos, a ganar y perder, desarrolla tolerancia a la frustración y asumen valores como el respeto. Además, les ayuda a ponerse en el lugar del otro, considerando sus opiniones y acciones. Y favorece el desarrollo del lenguaje, el razonamiento, la atención y la reflexión. 

Evolución del juego por reglas

Nivel I. Entre los 2 y los 5 años

Los niños crean sus propias reglas de juego. Cada niño tiene sus propias reglas, no tienen porque unificarse entre ellas. Los niños juegan para sí mismos, y los objetivos son diferentes para cada uno de ellos. Aunque puedan compartir el juego con sus iguales, el juego es paralelo. No tratan de ganar ni de coordinar sus puntos de vista. En esta etapa la regla no se considera obligatoria, sino que es un ejemplo, como una manera de jugar. 

Nivel II. A partir de los 6 años. hasta los 11 años

Aparece el juego cooperativo. los niños tienen el deseo de unificar las reglas y tener un control mutuo. También aparece la idea de ganar y tener en cuenta a los demás, jugando unos contra otros. Pero las reglas que se imponen son copiadas del niño que mejor informa de ellas y mejor conoce el juego, pero son consideradas obligatorias y no se pueden modificar. Los juegos a esta edad son simples.

Nivel III. A partir de los 11 años

En esta etapa el pensamiento formal permite tener un interés por la regla como tal, es entonces cuando podemos razonar y tener conciencia sobre las reglas y aplicarlas en cualquier caso. 

En la próxima publicación hablaré, más extensamente, sobre el juego de construcción y la etapa evolutiva en la que se encuentra.