Muy a menudo los padres consultan porque a sus hijos les cuesta mucho entretenerse solos, quedarse en su habitación jugando o estudiando solos, irse a dormir y permanecer en su cama, etc.
Si tenemos en cuenta las largas jornadas laborales y las dificultades que a veces encontramos para compaginar la vida laboral con la vida personal, vemos cómo realmente los niños y los padres pasan separados la mayor parte del día.
Por ello, cuando llega la tarde y padres e hijos se reencuentran, éstos quieren compensar el tiempo de ausencia y pasar el máximo rato con sus padres porque lo necesitan, porque eso les proporciona seguridad, les hacen sentir queridos (mejora la autoestima) y por lo general, les hace rebajar la tensión que se va generando en mayor o menor grado a lo largo del día, en definitiva, están en casa (como cuando los niños juegan y dicen “casa”, como sinónimo de “salvado”).
¿Pero qué ocurre cuando está necesidad de estar con los padres es demasiado elevada y se traduce a un no poder estar solo?
Los padres seguramente que hayan momentos en el día en que echen a faltar a sus hijos e incluso a veces sienten que preferirían estar con ellos en lugar de estar trabajando, pero lo asumen pues como adultos, entienden la necesidad de trabajar y de que los niños deban ir a la escuela.
Sin embargo, hay niños que pueden entender y sobrellevar esta cuestión de una mejor manera que otros.
¿De qué depende?
Como todo, depende de distintos factores: de la edad del niño, del grado de conciencia de la separación, de cómo de a gusto o tranquilo se siente el niño en la escuela, de si previamente al ingreso a la escuela los niños han podido estar suficientemente tiempo con los padres y se han podido sentir tranquilos con ellos o de si han aparecido en estos primeros tiempos de vida otras personas con las que el niño/a se ha podido relacionar pudiéndose separar así en momentos del cuidador principal de una manera segura, etc.
En el caso de que por las circunstancias del entorno o las características personales del niño, éste sufre excesivamente, debemos hacer un trabajo cognitivo y emocional en el que se ayude a ganar la suficiente seguridad interna como para poderse sentir tranquilo estando solo, sabiendo que nada malo puede pasarle, y ganar la suficiente seguridad externa (en los papás en este caso) de que ellos se alejan de él temporalmente pero que siempre vuelven, y que si no los ve no es que desaparezcan, sino que puede pensar en ellos y así sentirse más tranquilo.
Para dudas o consejos de cómo trabajar esto también desde casa podéis acercaros a nuestro centro Okidi e intentaremos ayudaros.