El juego de construcción aparece a partir del año de vida, cuando el niño tiene una noción de los que quiere hacer y cómo lo quiere hacer, desarrollan el concepto de intención, y va evolucionado a medida que crecemos. Al principio es un juego simple, con materiales que un niño de 12 meses pueda manipular, como puzzles de encajes sencillos o bloques grandes, poco a poco aumenta su complejidad, tanto en los materiales utilizados como a nivel cognitivo, como crear torres aumentado el número de pisos, construcciones en equilibrio o estructuras basadas en pilares.
Evolución del juego de construcción
Primera etapa. A los 12 meses
Los niños se dedican a manipular los objetos. Con los bloques o cubos juegan a meter uno dentro de otro, a apilarlos y después tirarlos. En esta etapa el objetivo es perfeccionar la acción, aprendiendo su tamaño, los colores y relacionarlos entre sí.
Segunda etapa. Entre los 18 meses y los 3 años
El niño va adquiriendo destreza motora tanto en la motricidad fina como en la coordinación de mano-ojo. Empiezan a crear formas simbólicas, tanto horizontales como verticales, con los bloques como un tren, un avión o un puente. El juego es individual, las construcciones no se comparten con otros niños.
Tercera etapa. A partir de los 4 años
A medida que se hacen mayores, son capaces de utilizar materiales más complejos como puzzles de varias piezas o legos. El juego empieza a ser compartido entre los iguales y con los adultos.
Cuarta etapa. A partir de los 6 años
El niño puede realizar puzzles más complejos como tridimensionales, crear montajes de escenarios o robots con piezas de encaje.
Este tipo de juego ayuda a potenciar la creatividad e imaginación, facilita el juego compartido, ayuda a desarrollar la coordinación óculo-manual y la destreza motora, a aumentar la capacidad de atención y concentración, facilitar el razonamiento espacial y a desarrollar la capacidad de análisis y síntesis.