“El niño que juega aprende a conocerse, a entender el entorno y a relacionarse con los demás mientras se divierte”
El juego simbólico consiste en representar situaciones ficticias como si estuvieran pasando de verdad, los niños se convierten en personajes y los objetos cobran vida a su imaginación. Pasan de los hechos reales a los imaginarios, creando historias y roles del mundo que les rodea. El niño debe ser capaz de imitar situaciones de la vida diaria y ponerse en el lugar de otro. En definitiva, el niño juega a «hacer como si…».
Empieza hacia los 2 años, cuando entramos en la etapa preopracional y dejamos atrás la etapa sensoriomotora. Como se explicó en la entrada del blog anterior, desde que nacemos hasta los años comprendemos el mundo a partir de nuestras interacciones motoras y sensoriales. A partir de entonces, y hasta los 6/7 años, la imaginación y el lenguaje juegan un papel importante, pensamos a partir de imágenes concretas para entender el mundo, es decir, entendemos aquello que hemos vivido y poco a poco somos capaces de generalizar lo que ya sabemos.
Este tipo de juego ayuda a los niños a desarrollar su lenguaje y la comunicación, a comprender y asimilar el entorno que les rodea, desarrollar la empatía y ponerse en el lugar del otro, favorece la imaginación y la creatividad, consolidar sus representaciones mentales y contribuye al desarrollo emocional.
Etapas del juego simbólico
Juego presimbólico
Nivel I. Entre los 12 y los 17 meses
El niño tiene un juego funcional. Realiza acciones asociadas a objetos. Por ejemplo: Beber de un vaso vacío, meterse una cuchara en la boca vacía o estirarse en un cojín
Nivel II. Entre los 17 y los 19 meses
Imita situaciones de la vida diaria con objetos. Por ejemplo: Dar de comer a un muñeco, hacer como que habla por teléfono
Juego simbólico
Nivel I. Entre los 20 y los 22 meses
Realiza acciones simuladas en más de una persona u objeto. Combina más de un objeto en el momento del juego. Por ejemplo: Dar de comer a su madre y después a un muñeco, meter la muñeca en la cama, poner una cuchara en un cazo o poner el muñeco en un cochecito.
Nivel II. Entre los 22 y los 24 meses
Empieza a representar roles, cambia su propio cuerpo por otro. Sigue utilizando los objetos de manera funcional. Por ejemplo: Jugar a mamás; peinar al muñeco después ponerlo a dormir; hacer como que es papá.
Nivel III. Entre los 24 y los 30 meses
Le da un papel más activo a los muñecos asignándoles sentimientos. Sustituye objetos por otros de forma parecida. Por ejemplo: El peluche llora porque tiene hambre o poner el peluche en un carrito de la compra como si fuera un cochecito.
Nivel IV. Entre los 30 y los 36 meses
Introduce personajes de ficción en sus roles y disminuye el juego de acción de la vida cotidiana. Aparecen secuencias de acciones, es decir, a crear historias. Estas historias no están pensadas, son sobre la marcha. Los objetos siguen siendo reales pero pueden ser sustituidos. Empieza a haber un juego compartido con iguales. Con la mejora del lenguaje aumentan los roles en el juego. Por ejemplo: La ambulancia va a buscar al paciente, le toma la temperatura, lo ausculta y le pone una inyección; utiliza un palo para hacer de jeringuilla o una caja para hacer de ambulancia; juega a ser una princesa o un superhéroe; utilizar un lápiz como si fuera un avión.
Nivel V. A partir de los 4 años
El juego es más complejo tanto en las historias que crean como en el juego con los iguales. No necesitan objetos, los recrean con gestos y lenguaje. Planifican el juego e improvisan. Adoptan diferentes roles en una misma historia y los diferencian utilizando diferente lenguaje y actitud. El juego con los iguales se vuelve cooperativo.
En la próxima publicación hablaré, más extensamente, sobre el juego de reglas y la etapa evolutiva en la que se encuentra.